Copa Desafío
El equipo de Gallardo igualó 4-4 con Nacional y luego cayó desde los 12 pasos. El domingo debuta contra Independiente.
Cuatro goles por acá, cuatro por allá. Una cantidad de errores y fallas increíbles que pintaron de cuerpo entero a un partido por demás insólito (Nacional hizo 11 cambios todos juntos, por ejemplo) y en el cual River perdió el desafío. La Copa Desafío y algo más. Porque difícilmente Marcelo Gallardo se haya ido satisfecho por el poker de gritos, por la enjundia del final para remontar un resultado y llevar la definición a los penales. Es que en esta primera prueba futbolística de 2020, al DT le quedaron algunos casilleros incompletos a la hora de evaluar rendimientos individuales, y también grupales, de cara a la reanudación de una Superliga que aparece como el gran desafío de este semestre.
Un resbalón que derivó en una caída tragicómica y un codazo imprudente para hacer un penal cuando había ganado la posición: Paulo Díaz fue el artífice de los dos primeros goles de Nacional en un primer tiempo en el que, si no fuera porque Gallardo necesitaba probar variantes para encontrarle reemplazo a Martínez Quarta para el domingo frente a Independiente, su salida en el entretiempo habría sido lapidaria.
No se trata de caerle con todo el rigor al chileno pero a partir de su ejemplo se puede explicar lo que le sucedió a River en el arranque de la Copa Desafío: dio demasiadas ventajas cada vez que Nacional lo atacó. Y su rival, muy bien parado tácticamente y apretando arriba y en bloque, nunca lo perdonó.
Le faltó una marcha al equipo del Muñeco. Le faltó Palacios, sí, pero sería un error también decir que no tuvo a un tipo de buen pie y cerebral en campo. Porque Quintero apareció de arranque, aunque le costó arrancar. Fastidioso, perdiendo pelotas en el medio o fallando en la distribución, a veces por derecha y otras por el centro, el colombiano estuvo intermitente y no se fusionó con Ignacio Fernández. El pibe Ferreira participó de la jugada que Nacho definió como dijo Maradona: con una gamuza en el pie… De hecho, ni siquiera el afilado Borré o el entusiasmado Scocco estuvieron a la orden del día.
A Gallardo le vino bien la posibilidad de hacer los cambios que quisiera: fue la excusa perfecta para cortar por lo sano. Porque fueron seis los que ensayó no bien arrancó el complemento, incluyendo rotación total en el ataque, en la zaga central y hasta pasando a Casco a la zona de volantes (Angileri ingresó en el lateral). Todas pruebas que a su vez se pueden llamar oportunidades. Y que no muchos aprovecharon. A River, puede resultar lógica en un reinició de temporada, le faltó el ADN gallardista: el del juego casi de memoria y el del desdoblamiento posicional que marea a los rivales y genera espacios. Y para colmo, el que sí entró enchufado, marcó dos goles -el de tiro libre, una sutileza- y se puso al hombro al equipo fue De La Cruz, justo el que no podrá estar en la reanudación. A la macana de Ponzio le sucedieron el empate final de Nacho y los penales, donde ni así Pratto consiguió sacarse la mufa… River se volvió sin Copa y con el Bolso lleno de goles.