Un regalo del cielo. Una pelota que le cayó a Robert Rojas, el Robert Redford de la defensa de este River que se llevó un triunfo impensado desde Santa Fe, donde no ganaba hacía 19 años. Una victoria tan impensada como necesaria para poder despegarse de Boca -otra vez- y mirar a todos desde arriba y en soledad. Dos goles, mucha suerte y la mano del DT en el momento justo. Así se explica este 2-1 frente a un Unión que fue la contracara: hizo casi todo bien y se fue sin nada.
Desde la incomodidad, mérito propio del plantel de Carol, a River se le hizo todo cuesta arriba en el arranque del partido. La pasó mal, sufrió y padeció en la generación de juego por errores propios: De La Cruz vivió en el limbo, falló un gol que fue un dejá vù del partido con Central Córdoba (solito de cara al arco la mandó a las nubes), y con sus malas entregas complicó al equipo. Pero no sólo el uruguayo anduvo desconectado, ya que esa línea de tres centrales esta vez duró lo que un suspiro.
Y lo bien que hizo Gallardo en observar que Martínez Quarta ya no podía seguir como stopper por derecha, mucho menos estando amonestado. Por esa banda, el Tatengue explotó las contras a espaldas de Montiel y fue mucho más punzante que el Millonario, incluso teniendo sólo a arriba como referencia a Walter Bou, que aguantó todo lo que le tiraron y exigió un par de veces a Armani.
Pero lo dicho: una vez que MG metió mano a los 27′, con el ingreso de Quintero por MQ, el trámite fue otro. Al conjunto santafesino ya no se le abrieron tantos espacios para poder explotar, mientras que River mutó a un 4-4-2 (Montiel y Casco bajaron a los laterales) que le permitió equilibrar el mediocampo y no sufrir tanto en las contras. Eso sí, de generar juego y situaciones ni hablar: Suárez y Borré, olvidados arriba… El puntero no la estaba pasando nada bien y le resultaba imposible disimularlo.
Por eso mismo es que al Muñeco no le tembló el pulso en sacar a DLC y buscar aunque fuera rebeldía con el ingreso del pibe Ferreira. Pero antes de que el equipo se acomodara, los de Madelón encontraron lo que venían buscando hacía rato: el gol. En definitiva, un premio al planteo, a la intención del equipo y al sacrificio constante de un tipo como Bou. Podría haber sido el tortazo de nocaut en Santa Fe, pero no. Increíblemente no. Llámelo suerte de camp(…) o espíritu competitivo, pero River no sólo lo empató en la única jugada más o menos elaborada (pase de Quintero, centro de Suárez y testazo exigido de Nacho F.) sino que lo terminó dando vuelta de pura carambola.
Porque de un córner normalito al primer palo de JFQ apareció un desvío que le cayó en la cara a Robert Rojas, acaso el hombre más regular del equipo en este 2020.
Unión no lo podía creer, porque además siguió generando y hasta el travesaño le negó el empate. Y en La Boca tampoco entendían cómo se le esfumó la punta… La realidad es que River sacó un triunfo de la galera en un partido que Gallardo sufrió más que a sus dolores por los cálculos renales.
Así y todo, fue gracias al DT que el equipo enderezó el rumbo en el juego y encontró la mejor medicina: la cima en soledad.