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Donald Trump será sometido a un juicio político: podría ser destituido

Trump quedó enmarañado en el caso con una llamada al presidente ucraniano, en la que le pidió el "favor" de investigar a Joe Biden, su principal rival en la carrera hacia la Casa Blanca.

En varias ciudades, de Boston a Filadelfia y Nueva York, se llevaron a cabo manifestaciones en las calles contra el presidente y en respaldo de los legisladores demócratas que emprendieron la investigación, condujeron las audiencias y decidieron someterlo a juicio.

Pese al clima de polarización en Washington, a ambos lados del hemiciclo los legisladores concordaron en el diagnóstico de que era una jornada triste para Estados Unidos. Pero el resto del debate subrayó la división que existe en el país sobre la figura de Trump y su futuro político.

Mientras se decidía su destino en el Congreso, el presidente viajó a bordo del Air Force One a Battle Creek, Michigan, para un mitin en un estado que considera crucial para su reelección, el año próximo.

«Los votantes dicen que los demócratas están tratando de quitarles sus votos», dijo en una de las encendidas reacciones que disparó durante el día. «La acusación ha sido contraproducente para los demócratas», agregó el mandatario, confiado en que el efecto político del impeachment lo termine favoreciendo.

Trump se presentó desde el principio del caso como una víctima de las maquinaciones demócratas, quienes habrían montado una «farsa» para sacarlo del camino como única manera de derrotarlo.

Trump quedó enmarañado en el caso con una llamada del 25 de julio al presidente ucraniano Volodimir Zelenski, en la que le pidió el «favor» de investigar a Joe Biden, su principal rival en la carrera hacia la Casa Blanca, y a su hijo Hunter, que estaba en el directorio de la compañía energética ucraniana Burisma mientras su padre era vicepresidente.

El magnate también presionó por la apertura de una investigación sobre la presunta interferencia ucraniana en las elecciones de Estados Unidos, para anular las conclusiones del Rusiagate, un caso que lo tuvo a maltraer durante más de dos años por la presunta colusión de sus asesores con agentes rusos.

Cuando el caso salió a la luz, las declaraciones de testigos claves en las audiencias legislativas que siguieron les dieron suficiente munición a los demócratas para promover la apertura del impeachment.

Será la tercera vez en la historia de Estados Unidos que un presidente será sometido a juicio político, tras los demócratas Andrew Johnson, en 1868, y Bill Clinton, en 1998, en ambos casos absueltos. El republicano Richard Nixon, acusado por el caso Watergate, renunció antes de que se llegara a la votación en el Senado.

Subidos a la teoría de la «farsa», los republicanos compararon durante el debate de ayer el proceso contra Trump con momentos infames de la historia, como Pearl Harbor y la crucifixión de Jesucristo.

El conservador Barry Loudermilk, dijo que los republicanos no pudieron interrogar al informante anónimo, que dio comienzo a la investigación. «Cuando Jesús fue acusado falsamente de traición, Poncio Pilatos le dio la oportunidad de enfrentar a sus acusadores», afirmó. «Durante ese juicio simulado, Poncio Pilatos le garantizó más derechos a Jesús que los demócratas a este presidente en este proceso», agregó.

Pero los demócratas cerraron filas y se concentraron en mostrarse como un frente unido. «Mirar hacia otro lado cuando el presidente cometió crímenes contra nuestra nación no es una opción», dijo Rashida Tlaib. La legisladora fue una de las cuatro demócratas de origen musulmán o latino a quienes en julio pasado Trump dijo que debían «volver a sus países».

Este es un repaso a los sucesos que han llevado a Estados Unidos a este momento de máxima tensión y lo que puede pasar ahora:

¿Qué desencadenó el proceso?

Todo comenzó con una denuncia anónima realizada a través del canal interno del espionaje de Estados Unidos. Un miembro de los servicios de inteligencia denuncia que Donald Trump ha coaccionado al presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski. El ejemplo más concreto de esa presión era una llamada telefónica del 25 de julio, en la que el republicano pidió insistentemente a Zelenski que iniciara dos investigaciones que podrían beneficiarle de cara a las elecciones presidenciales de 2020: la primera tenía como objeto a Hunter Biden, hijo del aspirante demócrata Joe Biden, por sus negocios en Ucrania mientras su padre era vicepresidente norteamericano. La segunda, indagar en la teoría de que Ucrania estuvo detrás de la injerencia exterior en las elecciones de 2016, una teoría desacreditada por el propio gobierno norteamericano, pero que sigue viva entre la derecha conspirativa. Como medida de presión, Trump recurrió a la ayuda militar prometida a Ucrania (un aliado estratégico para la contención de Rusia en Europa), que había sido retenida, y una invitación a Zelenski a la Casa Blanca.

¿Cuáles son los cargos de los que es acusado Trump?

Los dos artículos del impeachment son abuso de poder y obstrucción al Congreso. Según la primera acusación, Trump presionó a un gobierno extranjero utilizando su poder para obtener un beneficio político particular para ser reelegido. Además, se le acusa de torpedear la investigación, ordenando a los miembros de su Administración que no participaran en las citaciones del Congreso ni entregaran la documentación pedida.

¿Cuáles son las pruebas?

Antes de que Trump y Zelenski mantuvieran la primera conversación telefónica en julio pasado, Estados Unidos había congelado un paquete de 391 millones de dólares de ayuda a Ucrania. Según declaró ante la Cámara de Representantes el embajador ante la UE, Gordon Sondland, el dinero y la invitación a Zelenski eran un arma negociadora de la Administración Trump. Él mismo intermedió en la coacción. Sondland señaló al abogado personal de Trump, Rudy Giuliani, como mediador de estas órdenes. Además de los testimonios, un intercambio de mensajes de texto recoge el debate de diplomáticos estadounidenses sobre la conveniencia de la supuesta campaña de presión.

Respecto al cargo de obstrucción, los legisladores demócratas argumentan que se enfrentaron a «un desafío sin precedentes» del presidente durante la investigación previa a la acusación. Los comités invitaron a testificar a los funcionarios de la Casa Blanca, pero estos se negaron en acudir a las sesiones alegando que el proceso era «completamente infundado» e «injusto».

¿Cuáles son los siguientes pasos?

El impeachment es un juicio político en el que la Cámara de Representantes acusa y el Senado juzga. En el Senado se desarrolla el juicio político propiamente dicho y se vota el veredicto final. Para que se destituya a un presidente se necesitan dos tercios de los votos de la Cámara alta (67 de 100 senadores). Los republicanos controlan el Senado con 53 legisladores, frente a 47 demócratas, incluyendo a dos independientes, por lo que una veintena de senadores republicanos tendrían que votar en contra del presidente de su partido. De momento se trata de un escenario impensable, pues no ha habido fisuras en la defensa de Trump. El propio líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, ha reconocido sin ambages que piensa coordinar toda la gestión del proceso con la Casa Blanca.

¿Qué consecuencias políticas tiene el proceso?

El efecto de este impeachment es incierto tanto para Trump como para los demócratas. Trump es el primer presidente que se presenta a la reelección después de sufrir un proceso de destitución, por lo que se desconoce si puede tener repercusiones en ese aspecto. Además, son tan pocas las acusaciones contra presidentes que no se pueden sacar conclusiones. En el caso de Bill Clinton, después de someterse en 1998 a un proceso de destitución por el caso Lewinsky, el demócrata subió su índice de popularidad hasta el 73% y los demócratas incluso ganaron escaños en las elecciones legislativas de aquel año.

En el otro ejemplo reciente, la opinión favorable sobre Richard Nixon en 1974 cayó abruptamente hasta el 23%. Cuando los legisladores iniciaban las investigaciones para el impeachment por el caso Watergate, el republicano dimitió, lo que evitó que se llegara a un escenario como el de este miércoles.

Trump llegó a esta votación con unos índices de popularidad en torno al 42%, una cifra que se ha mantenido casi intacta desde que comenzó el proceso. Según las últimas encuestas, el 48% del país se opone a la destitución, mientras que el 47% la apoya.

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