Llegó Isla a Rio de Janeiro

Todavía le debe causar urticaria a Juan Román Riquelme. Le gustó, lo apalabró, lo sedujo, le llenó los oídos de miel pero, incluso con su esposa Gala de vocera, Mauricio Isla le hizo saber que Europa todavía lo podía. Que los turcos, que su compatriota Pellegrini para el Betis, que bueno, que el Viejo Continente lo iba a retener un tiempito más. Pero eso sí: de volver a Sudamérica, su deuda pendiente, o regresaba a su país para ‘debutar’ en Primera. O para ir a Boca, al que puso al mismo nivel (entre otros gigantes) del Real Madrid. Y con eso se quedó JR10 y también el Mundo Xeneize. Sin embargo, después de la salida de Rafinha hacia el Olympiakos griego, sonó el teléfono de Flamengo y el trasandino no lo dudó: se quedó con la camiseta 44 y este sábado bien temprano, en pleno aeropuerto, hasta se besó el escudo de los cariocas, últimos campeones de la Libertadores…

A las 5.35 de una matina fría y lluviosa en RJ, alrededor de 30 hinchas fueron a recibir al aeropuerto -bien a la brasileña- al chileno Isla, que arregló a sus 32 años un contrato hasta finales del 2022. “Estoy listo”, dijo al llegar mientras firmaba sus primeros autógrafos. “Estoy muy feliz por llegar a un grande de Brasil como Flamengo, que el año pasado ganó todo. Es una emoción estar en un club de grandes jugadores y de tanta historia. Conozco a su técnico (Domenec Torrent), sé que trabajó muchos años con Guardiola. Hay que darle tiempo para que desarrolle su estilo de juego”, le dijo a los micrófonos exclusivos de FlaTV.

Isla, quien de inmediato se fue a mover al predio flamenguista (el equipo jugará, por la quinta fecha del Brasileirao, este domingo desde las 11 ante Botafogo), llegó desde el Fenerbahce turco, donde no juega desde el 14 de marzo, cuando se enfrentó al Konyaspor. En su CV figuran pasos por Juventus, Udinese, Cagliari, el Olympique Marsella, y la selección chilena, con la que jugó dos mundiales. Eso sí, de Boca, ni un renglón.