Murió un hincha de Luján de 18 años por el ataque a balazos de la barra de Alem
La “oficial” fue por todo en el clásico ante Luján y provocó seis heridos de bala y un fallecido.
Política, poder en la calle, planes sociales, changas municipales y relación con los sindicatos de la zona. Aunque milita en la Primera C y los negocios de cancha son de un volumen poco significativo, la barra brava de Leandro N. Alem, que ayer quedó en el ojo de la tormenta por la salvaje agresión a balazos a sus pares de Luján, es de las más pesadas de la zona Oeste del Conurbano bonaerense. Y viene en una historia de enfrentamientos desde que comenzó el año y que tuvo en los dos últimos meses tres hechos violentísimos para ver quién se quedaba con el paravalanchas, y una vez que ganó la facción oficial con ayuda de gente de Moreno y San Miguel, terminaron embebidos en tal soberbia de poder que decidieron ir por todo al clásico contra Luján. Y por esa decisión un chico falleció esta mañana. Se trata de Joaquín Coronel, de apenas 18 años. Recibió un disparo de un arma 9 mm debajo de la caja toráxica, sobre su lado derecho.
El joven había sido uno de los primeros atendidos por los Bomberos Voluntarios e inmediatamente fue trasladado al Hospital Municipal en estado crítico. Se esperaba que luego fuera derivado al hospital de General Rodríguez, pero no resistió y falleció.
Los otros heridos son Agustín Pellegrini (34 años, herido en la pierna izquierda), Rocío Insusarri (29, antebrazo derecho), Julián Colman (23, pierna izquierda), Jonatan Camino (33, costilla), Mariano Godoy (28, cuello) y Maximiliano Roldán (38, brazo izquierdo).
La barra siempre tuvo dos polos de poder. Uno desde el centro mismo de la vida política de General Rodríguez y otro en el barrio Fonavi pegado a la ruta 7. Este último grupo siempre fue liderado por la familia Lamenza, compuesta por dos mellizos “picantes” según la definición del barrio. Ambos bandos estaban juntos y de hecho juntos jugaron políticamente siempre para el Justicialismo hasta que cambiaron y apoyaron la elección de Darío Kubar, representante del Pro, como intendente local en 2015 y después se pasaron a la campaña de Mauro García, quién asumió desde el Frente de Todos en 2019. La barra no hizo nada distinto de lo que hace la dirigencia del Lechero, a la que muchos le adjudican en realidad la conducción de la tribuna. De hecho la familia González que maneja la institución tuvo sintonía fina con el kirchnerismo primero, hizo lo mismo después con el Pro y al final regresaron a ser fervientes justicialistas. a punto tal que Ariel González armó junto a su grupo un Centro de Análisis de Políticas Públicas para trabajar para el Frente de Todos y estuvo hasta hace poco a cargo de la delegación municipal de Malvinas, la zona más pobre del partido, manejando todo lo que son los servicios públicos de allí, donde hizo todo tipo de relaciones, muchas de ellas que terminaron en la tribuna. También pisa fuerte en la zona la familia Cuello, uno de cuyos integrantes es vicepresidente del club, y una persona cuyas iniciales son P. F. y estaría en la mira de la Policía por los hechos del domingo.
Lo cierto es que para las elecciones de medio término de 2021 la gente del Fonavi vio que mientras el resto lograba acomodarse en el poder político y judicial, ellos no habían obtenido la misma paga. En esa zona, los barras tienen relación con el sindicato de la industria lechera, donde varios son empleados o directamente trabajan en seguridad de las empresas del sector, también manejan cooperativas y planes y se los relaciona al negocio del narcomenudeo, tienen vínculos con la policía y hacen la seguridad sui generis en los boliches de la noche. Es un movimiento grande que poco tiene que ver con el fútbol, pero que mucho tiene que ver con quién domina la popular, porque es el que se queda con esos negocios. Esa diferencia generó fricción en la tribuna y entonces los del barrio Fonavi pasaron a jugar para la oposición gracias al contacto que hizo un ex jefe de la barra brava de Independiente. Así el choque era inevitable y se produjo entre mayo y junio con tres enfrentamientos a tiros donde terminó ganando la barra oficial, con ayuda de gente sobre todo de Moreno.
Eso los embebió de poder. En el mundo del Ascenso. pero también en el tejido de las altas esferas de decisión de toda la zona. A eso se sumó que las tres causas judiciales que se habían iniciado por los incidentes con la gente del Fonavi y la Policía pasaron al cajón del fondo del palacio de Tribunales. De hecho los seis detenidos en esos sucesos salieron de prisión y volvieron a pisar la tribuna como si nada hubiese pasado. En el parte oficial del último episodio se remarcaba en un párrafo que se investigara la relación de Ariel y Mariano González, hijos del presidente del club, con la barra. Y que se clausurara la institución. Nada de eso ocurrió. Lo cierto es que los Lamenza se retiraron de la contienda y las últimas tres semanas hubo paz en el Lechero, pero con un poder afianzado y dispuesto a todo.
Lo primero que se resolvió fue hacer un banderazo de apoyo al plantel al mediodía en la sede, previo a la partida para jugar el clásico con Luján. De ahí salía hacia el estadio la delegación oficial, que mezcla dirigentes con barras que hacen las veces de dirigentes también. Eran 40 los que estaban autorizados a ingresar al partido. Pero hubo varios más que decidieron acompañar la caravana. No fueron bien recibidos por la parcialidad local y fue en ese instante en que quienes estaban adentro llamaron por refuerzos. Esos llegaron en siete vehículos y al menos en uno de ellos, que según la policía sería un Peugeot 308 blanco, había armas y dispararon contra la gente de Luján. Algunos testigos dicen haber visto disparos desde otro auto, un sedán negro. Y también está en la mira una camioneta gris oscura propiedad de un hombre muy relacionado con el club. Lo cierto es que la balacera fue tremenda y dejó seis heridos de bala y un fallecido. Quizá ahora la Justicia y la Policía hagan lo que no hicieron un mes atrás. Veremos.