POLITICA

Axel Kicillof apura su campaña para la reelección

Tras el apoyo que recibió de Cristina Kirchner en Avellaneda, el gobernador bonaerense busca revivir “la aventura del Clio” de 2019.

Axel Kicillof entró en modo campaña. Sintió que en la última aparición pública de Cristina Kirchner, el martes en Avellaneda, la decisión de la vicepresidenta de subirlo al escenario fue una señal de apoyo y el espaldarazo que necesitaba para avanzar con su candidatura.

En medio de la incertidumbre electoral del Frente de Todos, el gobernador busca instalar su plan por la reelección sobre todo para evitar un mal mayor: que “la jefa” lo mande a competir por la presidencial.

En una mateada con vecinos en la ciudad de La Plata, el jueves, Kicillof pidió que lo acompañen con el voto y llovieron papelitos que decían “Axel 2023″. En la convocatoria se pedía llevar mate y reposera, una modalidad que intenta revivir un proselitismo “austero” como fue la aventura del Clio, en 2019.

El gobernador mantiene en la práctica a su amigo Carlos Bianco como jefe de campaña y de esa usina salen las ideas que tanto repelen dentro del peronismo bonaerense. “¿Cómo va a hacer juntadas en las plazas? ¡Es el gobernador!”, cuestiona un dirigente que no digiere los modos de Kicillof y su círculo cercano, los mismos que lo acompañan desde su vida universitaria.

La primera prueba que deberá pasar el operativo reelección es ver los alineamientos dentro del propio equipo. Martín Insaurralde, intendente de Lomas de Zamora en uso de licencia y jefe de Gabinete bonaerense, es un eterno aspirante a gobernador.

En sus últimos movimientos, intentó el respaldo de intendentes. Algunos lo siguen, pero otros ya avisaron que no son de su club, como Fernando Espinoza, de La Matanza, o Juan Zabaleta, de Hurlingham, por mencionar dos casos de la primera y tercera sección electoral.

Insaurralde tuvo un encuentro hace unos días con referentes del Movimiento Evita, gestionado por Fernando “Chino” Navarro, para acercar posiciones y mostrar que es capaz de articular con distintos sectores. Máximo Kirchner, desde el sur -a donde fue a pasar las fiestas de Navidad y Fin de año- monitorea esas jugadas y, en algunos casos, las impulsa.

Las preferencias del hijo de Cristina a veces no tienen el suficiente peso porque quien define es justamente su madre. Lo que queda claro es que si Insaurralde define que será candidato en una primaria con Kicillof, deberá dejar su cargo. Circuló una versión de un lanzamiento para fines de enero, en el partido de la Costa, organizado por su amigo Juan Pablo de Jesús, pero no hay confirmación.

La vicepresidenta alentó a todos a “sacar el bastón de mariscal de la mochila”, una forma de pedir que tomen la posta y no pidan permiso para hacer política. La generosidad no ha sido un sello de Cristina y los más experimentados aseguran que quien asome la cabeza tiene alta chance de sufrir un sablazo. Esas elucubraciones atormentan a más de uno.

La incógnita es aún más acuciante en el plano nacional. Alberto Fernández quiere embarcarse en recorridas por el conurbano en el verano y sigue llamando a la unidad. Nadie sabe con qué propósito ni destino.

“Ya nadie habla de Alberto”, repite un funcionario K. El Presidente ha dejado de ser un tema, nadie lo toma en cuenta. Hasta Cristina, que supo ser demoledora, solo atinó a deslizar que parece de la agrupación “Amague y recule”, por sus idas y vueltas con el fallo de la Corte. Viniendo de ella suena hasta un toque cariñoso.

El clima de fin de ciclo se huele en los despachos. En octubre y noviembre hubo una seguidilla de renuncias dentro del gabinete. Se fueron dos ministros y el jefe de Gabinete, Juan Manzur, avisó que no pasa el verano en su silla. Se le sumaron secretarios y, luego, por enfermedad, el ministro de Transporte, Alexis Guerrera.

Sobre el filo de diciembre, resultaron eyectados por distintas razones Victoria Donda, del Inadi; Félix Crous, de la Oficina Anticorrupción y Rodolfo Gabrielli, de la Casa de la Moneda. No se trata de una reorganización del Gobierno y mucho menos de la gestión porque básicamente nadie quiere ingresar.

El ánimo en la Casa Rosada no es el mejor, a pesar de que el Presidente sostuvo en un brindis con periodistas acreditados que la gente comenzó a valorar su desempeño. Su única gran defensora en público es Gabriela Cerruti, que también por estos día atravesó turbulencias internas. Suspendió las últimas dos conferencias de prensa de los jueves. Quizá para revertir esa ausencia, subió a sus redes un video irónico titulado “Argentina, qué país de mierda”.

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