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Avance de la impresora 3D

Una investigación de la Universidad de Texas estudió cómo el uso de acero permite crear piezas en 3D resistentes, al mismo nivel que otras realizadas con métodos tradicionales.

La impresión 3D ha evolucionado en muchos aspectos en los últimos años. Su rol, durante la pandemia, está siendo clave. La red solidaria y colaborativa de empresas y particulares que imprimen con este método permitiría salvar vidas.

Y, ¿qué podremos esperar de la impresión 3D en el futuro a corto plazo (post-pandemia)? Difícil pensarlo en un presente indescifrable, pero con algunas certezas. Días atrás, se conoció que científicos de la Universidad de Texas, en Austin, realizaron una investigación sobre la fabricación de aditivos metálicos y encontraron una forma de imprimir acero en 3D, sin porosidad.

Existen variantes del acero, y un tipo denominado martensítico se aplica, por ejemplo, en la industria aeroespacial, automotriz y de defensa. Sirve para imprimir piezas livianas de alta resistencia sin aumentar el costo.

El equipo de investigación desarrolló un conjunto de pautas y parámetros que permiten la fabricación aditiva de este tipo de acero en piezas libres de defectos, sin sacrificar la libertad geométrica. Esto es, reduce el margen de error, trabajando como modelo predictivo. Es un modelo matemático para eliminar nano-agujeros con un láser, lo que que crearía piezas en 3D resistentes al nivel de desarrollos con métodos tradicionales.

Esta investigación no implica imprimir metales, algo que se realiza hace décadas, sino mejorar los procesos y el producto final. Algo que ya está sucediendo.

Por ejemplo, la impresora Metal Jet de HP (valuada en medio millón de dólares) tiene un método más barato y sencillo de fabricar piezas de metal para ofrecer a grandes compañías que actualmente utilizan métodos más convencionales. La empresa del multimillonario empresario Elon Musk, Space X, usa impresión 3D de metales desde 2013 para imprimir los propulsores que envía al espacio. Lo hace con DMLS (fusión de metales por láser, que se usa desde la década del 80).

Si bien el costo de la impresión de aceros en las industria es elevado, a diferencia de otros procesos como CNC o soldadura, tiene atractivos. “La posibilidad de realizar una pieza que (por ejemplo), reduce notablemente su peso manteniendo las mismas prestaciones técnicas que una pieza similar pero fabricada con tecnologías tradicionales, o bien la posibilidad de fabricar una pieza sin necesidad de depender de un molde”, señala a Infobae Cristian Sandre, docente del ITBA (Instituto Tecnológico d Buenos Aires) y colaborador del laboratorio de manufactura digital.

Continúa: “Por lo cual, puedo pensar en baja escala de piezas o productos, o contar con materiales biocompatibles con el ser humano (como el titanio), como motivos por los que estas tecnologías se siguen desarrollando para, en un futuro no muy lejano, contar con equipos de menor costo, procesos de fabricación más rápidos y más alineados con la manufactura (repetibilidad, velocidad, etc) que con el prototipado (este último motivo por el cual nacieron estas tecnologías hace ya unas décadas atrás)”.

La impresora 3D es el electrodoméstico del futuro

“La tecnología de impresión 3D avanza rápidamente en la impresión de diferente materiales y con tecnologías de adición por capas en las populares para materiales como pla, abs, fexible, que son plásticos, hasta las más costosas de impresión en resina mediante tecnología laser”, señala a Infobae el ingeniero Néstor Balich, director del Laboratorio de Creatividad 3D de la UAI (Universidad Abierta Interamericana).

Explica que el problema es que la impresión de metales tarda mucho tiempo para ser parte de una cadena de producción tradicional, como por ejemplo por inyección plástica, que realizan desde cientos a miles de piezas por hora dependiendo de su tamaño.

“Sin embargo la impresión 3D tiene muchas ventajas y cada vez hay más en los hogares, hace siete años tuvimos que armar nuestra propia impresora “prusa 3D” (este nombre de las impresoras más conocidas) de diseño libre y no existían fabricaciones nacionales y pocas se importaban. Hoy en día podemos encontrar varios fabricante en todo el país y muchos modelos en cualquier plataforma de compra online”, asegura.

En cuanto a nuevas tecnologías de impresión de metal, ya son una realidad para grandes fabricantes como Ford, por ejemplo. La empresa ha impreso un bloque de metal de un motor. Y así, hay muchos ejemplos más. Claro que estas tecnologías industriales son diferentes a las hogareñas.

“Siguen siendo costosas para el público en general, pero creo que las impresoras plásticas se van a transformar en un electrodoméstico más al igual que una impresora de chorro de tinta pensando en un nicho de mercado como el de los usuarios de computadoras, si avanzamos hacia individuos digitales en donde celulares, internet, IoT y las misma impresión 3D formará parte de vida diaria”, señala.

Por su parte, Blas Lamagni, realizador audiovisual y programador, voluntario también en las redes solidarias de impresión para donación de máscaras durante la pandemia en la Argentina, coincide con que las impresoras 3D serán el nuevo electrodoméstico. En su caso, tiene un impresora Creality CR-10S.

“Es el electrodoméstico que va a permitirnos hacer otros electrodomésticos. Hoy en día se hacen impresoras 3D con partes impresas en otras impresoras 3D. Yo creo que en el futuro, podría ser una forma más sencilla de volver a lo artesano”, señala a Infobae.

Finaliza: “Para mí la impresión 3D es una herramienta fundamental, es una compra arriesgada de hobbista. En mi caso me permite prototipar partes de piezas que necesito, hacer maquetas de escenografía que luego vamos a crear, puedo hacer accesorios de mis herramientas para trabajo manual, puedo llevar físicamente modelados y objetos esculpidos 3D por mí -hace 20 años trabaja en 3D-. Hasta cosas muy chiquitas de la casa. Su principal virtud es el rápido prototipado. Es una herramienta que genera mucha independencia, sobre los fabricantes, desde lo funcional, hasta lo estético”.

En la Argentina se venden impresoras 3D que, según modelos y fabricantes, desde $40.000 (como la VITOFELI XY, o la PK3 de Kuttercraft, por $50.000, o Prusa i3, desde $77.000, por ejemplo) y $400.000 (y a nivel industrial, supera ampliamente este número, llegando a millones de dólares).

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